martes, 14 de septiembre de 2010

VIRGILIO PIÑERA

Nació en Cárdenas, 1912 – y falleció en La Habana, 1979. Poeta, narrador y dramaturgo cubano considerado como uno de los autores más originales e independientes de la literatura de la isla.

Colaboró en publicaciones cubanas como la revista Orígenes, de gran trascendencia en el panorama literario insular, y en La Gaceta de Cuba.

Como poeta se forjó un merecido reconocimiento con obras como Las furias (1941) o La isla en peso (1943. La vida entera (1968), el libro que resume y antóloga los temas constantes de su obra.

Entre sus libros de relatos sobresalen Cuentos fríos (1956), Un fogonazo (1967) y Muecas para escribientes (1968), y entre sus obras de teatro Electra Carrigó (1941), El filántropo (1960) y, sobre todo, Dos viejos pánicos, que obtuvo el premio Casa de las Américas en 1968.

Su lírica se hizo un lugar en las letras hispanoamericanas como una exploración inédita del inconsciente y de sus posibilidades formales, búsqueda que mantuvo en los restantes géneros que frecuentó.

En cuanto a novelas: La carne de René (1952), describe un mundo fantástico que no deja de ser vivo reflejo de lo cotidiano; en Pequeñas maniobras (1963) recrea la vida de un hombre deshecho por el miedo; en Presiones y diamantes (1967), reconstruye una sociedad fría donde ya no hay lugar para la comunicación, proceso que culmina en El que vino a salvarme (1970). Otras obras aparecidas póstumamente fueron En el país del arte (ensayo), Teatro inédito y parte de su archivo epistolar.

Poema

La Isla En Peso

La maldita circunstancia del agua por todas partes

me obliga a sentarme en la mesa del café.

Si no pensara que el agua me rodea como un cáncer

hubiera podido dormir a pierna suelta.

Mientras los muchachos se despojaban de sus ropas para nadar

doce personas morían en un cuarto por compresión.

Cuando a la madrugada la pordiosera resbala en el agua

en el preciso momento en que se lava uno de sus pezones,

me acostumbro al hedor del puerto,

me acostumbro a la misma mujer que invariablemente masturba,

noche a noche, al soldado de guardia en medio del sueño de los peces.

Una taza de café no puede alejar mi idea fija,

en otro tiempo yo vivía adánicamente.

¿Qué trajo la metamorfosis?


[?]

Hay que saltar del lecho y buscar la vena mayor del mar para desangrarlo.

Me he puesto a pescar esponjas frenéticamente,

esos seres milagrosos que pueden desalojar hasta la última gota de agua

y vivir secamente.


[?]

Llegué cuando daban un vaso de aguardiente a la virgen bárbara,

cuando regaban ron por el suelo y los pies parecían lanzas,

justamente cuando un cuerpo en el lecho podría parecer impúdico,

justamente en el momento en que nadie cree en Dios.

Los primeros acordes y la antigüedad de este mundo:

hieráticamente una negra y una blanca y el líquido al saltar.


[?]

Los cuerpos en la misteriosa llovizna tropical,

en la llovizna diurna, en la llovizna nocturna, siempre en la llovizna,

los cuerpos abriendo sus millones de ojos,

los cuerpos, dominados por la luz, se repliegan

ante el asesinato de la piel,

los cuerpos, devorando oleadas de luz, revientan como girasoles de fuego

encima de las aguas estáticas,

los cuerpos, en las aguas, como carbones apagados derivan hacia el mar.


[?]

Bajo la lluvia, bajo el olor, bajo todo lo que es una realidad,

un pueblo se hace y se deshace dejando los testimonios:

un velorio, un guateque, una mano, un crimen,

revueltos, confundidos, fundidos en la resaca perpetua,

haciendo leves saludos, enseñando los dientes, golpeando sus riñones,

un pueblo desciende resuelto en enormes postas de abono,

sintiendo cómo el agua lo rodea por todas partes,

más abajo, más abajo, y el mar picando en sus espaldas;

un pueblo permanece junto a su bestia en la hora de partir,

aullando en el mar, devorando frutas, sacrificando animales,

siempre más abajo, hasta saber el peso de su isla;

el peso de una isla en el amor de un pueblo.



Páginas de referencia cibergráficas:

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/pinera.htm

http://www.poemasde.net/la-isla-en-peso-fragmentos-virgilio-pinera/

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